miércoles, 27 de octubre de 2010

Redada a las redadas

Dos reporteros exponen 35 fotografías, tomadas durante meses, "para probar que existen controles a inmigrantes"

JALED ABDELRAHIM - Madrid - 26/10/2010


Agentes de policía identifican a extranjeros

Agentes de policía identifican a extranjeros en la plaza de Tirso de Molina.- FRONTERAS INVISIBLES

"Era una realidad en nuestros barrios que negaba el Gobierno y que, por algún motivo, silenciaban los medios de comunicación", dice Olmo Calvo, uno de los dos fotógrafos del periódico Diagonal que ayer presentaron la exposición, Fronteras Invisibles, en el Ateneo Republicano de Vallecas. 35 imágenes. En la mitad de ellas se observa nítidamente a miembros del Cuerpo Nacional de Policía pidiendo la documentación a extranjeros en plazas, parques, calles y terrazas. "Han sido meses de dificultades y problemas con los agentes", añade Eduardo León, el otro reportero gráfico. "Insistimos en nuestro modo de trabajo: Nos presentamos en los lugares donde se hacían los controles y los fotografiamos", explica.

Los fotógrafos han tenido varios incidentes con agentes de la policía

Uno de ellos fue detenido. Le acusaron de instigar una revuelta

Los dos periodistas comenzaron su trabajo en febrero. "No fue nada cómodo", confiesa Calvo. Ambos aseguran que durante estos meses han sido amenazados e insultados por agentes policiales mientras tomaban sus instantáneas. León llegó a estar detenido dos días porque, según afirma su compañera Soraya Constante, una periodista ecuatoriana que también colaboró en el trabajo de los fotógrafos, los policías le reconocieron durante una operación a la que el reportero había acudido. "Los agentes le acusaron de ser el organizador de una pequeña revuelta de algunos inmigrantes contra la policía. ¡Y eso había ocurrido una hora antes de que llegásemos!", se indigna.

No era la primera vez que León y los agentes nacionales se encontraban. Dos meses antes, le requisaron una cámara que no pudo recuperar hasta hace unos días. En el mes de junio también fue trasladado a dependencias policiales por fotografiar la detención de un inmigrante en el metro de Lavapiés, según informó este periódico. La versión policial justificó entonces que lo hicieron porque querían respetar la intimidad del detenido. "El viernes pasado tuve que borrar de la cámara unas imágenes en las que capté una redada", añade Calvo para dar fe del acoso que dicen sufrir. "Me dijeron que las borrase sí o sí. Y no puedo permitir que me quiten o me rompan la cámara, como le han hecho a Edu [su compañero], así que cedí".

En la presentación de la muestra participaron colectivos implicados en la defensa de los derechos de los inmigrantes, como Ferrocarril Clandestino y la oficina de derechos Sociales del Centro Social y Cultural Seco. También colabora la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid (Fravm), que hará llegar la exposición a varios distritos.

Las 35 imágenes y un vídeo con testimonios de cerca de una decena de inmigrantes, los cuales aseguran haber sido víctimas de redadas selectivas a extranjeros en la calle, el metro, restaurantes..., o de haber sido encerrados en pésimas condiciones en el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) por carecer de documentación, se pueden ver en la página web que han abierto los fotógrafos. (www.fronterasinvisibles.org).

No es la primera vez que lucen su trabajo. "Hemos expuesto en las Escuelas Pías de Lavapiés, en centros sociales, en Valencia, en Castilla la Mancha...", enumera Calvo, "y también en el Foro Social Mundial de la Inmigración en Quito (Ecuador), y en Buenos Aires (Argentina), donde nuestro vídeo ganó un premio. En ese vídeo sale un policía, Pedro Pérez, asegurando que sus superiores les presionan para efectuar estas redadas a extranjeros. Y también aparece el testimonio de Ibrahim, un inmigrante de Gambia: "Hablaba con mi familia desde un locutorio y entró un policía. Dijo: cuelga, me tienes que dar tus papeles".

FRONTERAS INVISIBLES. Se expondrá en: Vallecas, Ateneo Republicano. Hasta el 31 de octubre. Orcasitas. Local de la Asociación Vecinal (A. V.) Meseta (del 4 al 10 de noviembre). Valdebernardo. (A. V.) Afuveva. Del 11 al 17 de noviembre. Coslada. A. V. Fleming (13 de noviembre). Comillas. A. V. Parque de Comillas. (Del 18 al 30 de noviembre). Bellasvistas. Centro Cultural Úrculo (Del 13 al 17 de diciembre). Moncloa. Jornadas culturales. (Del 3 al 10 de diciembre) La Ventilla. Jornadas Culturales (del 13 al 18 de diciembre). También tienen previsto exponer en Alcalá de Henares, Málaga o Galicia.

lunes, 4 de octubre de 2010

Los inmigrantes y la protesta social

Público, ANTONIO IZQUIERDO Catedrático de Sociología

Es probable que la presencia de los trabajadores extranjeros en las manifestaciones del 29-S no sea significativa. Si eso sucede no será debido a su escasa afiliación sindical, sino a que no se les reconoce como ciudadanos. No nos equivoquemos, el motivo inmediato de la huelga es laboral, pero la razón última de la protesta es el desmenuzamiento del bienestar social. Lo que se rechaza es un modelo de sociedad que entristece el futuro de los adultos y oscurece la vida de los jóvenes. Lo cierto es que el grueso de los trabajadores extranjeros no percibe qué consecuencias va a tener la modificación de las reglas de juego en su mercado de trabajo. Su lugar en el ajedrez laboral ha sido el de peones desprotegidos. Han vivido entre la irregularidad, la temporalidad, el despido fácil y los horarios atípicos. Su desempleo es diez puntos mayor que el de los españoles, el 44% tienen un contrato temporal y al menos medio millón trabaja de modo informal. Se ocupan en sectores poco regulados y están dispersos por las pequeñas empresas agrícolas, de restauración, comercio, limpieza y servicio doméstico. Así se explica que no rebasen el 5% de los afiliados sindicales, aunque representen el 14% de la mano de obra. ¿En qué podría empeorar su situación? Es razonable pensar que la extensión del deterioro laboral incrementará el rechazo de los nativos más vulnerables hacia los inmigrados. Los trabajadores españoles les reprochan que estén dispuestos a trabajar por menos, sin medidas de seguridad y con escasa experiencia en el oficio. Así que primero se enfrentarán los extranjeros legales con los indocumentados y, después, con los autóctonos menos cualificados. De modo que al foráneo le interesa apoyar el paro laboral para no alimentar la división de los que están abajo. Además, puede estropearse la convivencia con los lugareños y, puesto que la mayoría de los inmigrantes ya se ha decidido por el arraigo familiar, el sueldo directo pierde relevancia frente a la mengua de la protección social. Si los trabajadores extranjeros no hacen la huelga no será porque no les importen los bienes públicos, la mejora de su capacitación, la siniestralidad laboral ni la regulación del sector. La explicación de su escasa implicación en la protesta reside en su exposición al despido, la irregularidad y la expulsión. En definitiva, en su injusta condición de no ciudadanos.

Inmigrantes atadas al maltratador

Público, 2010-10-04

“Por este motivo, muchas se muestran reacias”, denuncia Vladimir Paspuel, presidente de la asociación hispano ecuatoriana Rumiñahui. No obstante, la expulsión se paraliza hasta que haya una sentencia firme del juez, según el Artículo 31 de la Ley de Extranjería. Si no se logra demostrar el maltrato, se la expulsará.

El delegado del Gobierno para la Violencia de Género, Miguel Lorente, defiende que en 2010 no se ha expulsado a ninguna sin papeles que haya acudido a comisaría por este motivo. Pero aunque no se haga efectivo, “la ley recoge la posibilidad de la expulsión y eso les aterra”, incide Paspuel.

La nueva normativa de Extranjería aunó en diciembre de 2009 las leyes, directivas y resoluciones aprobadas al respecto en los últimos años. Pese al polémico cabo suelto de las no regularizadas, las normas han aumentado la protección a las víctimas (permisos de residencia independientes del maltratador, órdenes de alejamiento, acceso a casas de protección…).

No obstante, Lorente resta importancia a la procedencia de los agresores y se centra en la edad de los inmigrantes que viven en España. Para él, es el indicador más importante. Gran parte de las discusiones de pareja y casos de violencia de género los protagonizan personas de entre 21 y 50 años. El 46% de la población está en este tramo. “Entre la colonia inmigrante es aún mayor: el 64%. Y esto les hace ser más propensos”, asegura.

Por otra parte, las sentencias tienen mayores consecuencias para los extranjeros que para los nacionales, porque suelen impedir la renovación de sus permisos de residencia.

Escobar asegura que la Delegación y la Ciudad trabajan para erradicar las chabolas de los inmigrantes

Sur, Mª CARMEN PALMA, 2010-10-04

Gregorio Escobar aseguró ayer que la Delegación del Gobierno y la Ciudad Autónoma trabajan de forma conjunta para erradicar e impedir que no proliferen las chabolas de inmigrantes que se han asentado en los alrededores del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI).

A preguntas de la prensa, el representante del Estado en Melilla subrayó que aunque la situación es compleja, se está trabajando con la Consejería de Seguridad Ciudadana de forma coordinada para acabar con estas chabolas, «que no son buenas ni para la zona donde están ni para los propios inmigrantes, que estarían mejor en el CETI».

El delegado del Gobierno recordó que todos los inmigrantes que entran de forma irregular en la ciudad tienen un sitio en el CETI «para su acogida, manutención y cobertura de sus necesidad básicas». Además, puntualizó que el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes no es un centro de internamiento, «ya que no se les impide salir».

En cuanto a los procesos de repatriación de inmigrantes, Escobar aseguró que «es algo habitual en el desarrollo de las políticas migratorias basadas en el control fronterizo y en la atención de los acogidos».

Garitas de la Guardia Civil

Por otra parte, y en relación a las denuncias aparecidas en determinados medios de comunicación impresos sobre el mal estado en el que se encuentran las garitas de la Guardia Civil, el delegado del Gobierno subrayó que el conjunto de garitas del perímetro fronterizo están en buenas condiciones y que, hay algunas, como las ubicadas en Melilla la Vieja donde es difícil actuar porque están dentro del patrimonio histórico – artístico de la ciudad.

En este sentido, y según le comunicó el jefe de la Comandancia de la Guardia Civil, en estas garitas los turnos se reducen al mínimo posible para evitar que los agentes permanezcan mucho tiempo en estas condiciones. No obstante, avanzó que se está trabajando para mejorar las condiciones en la que prestan servicio los agentes.

Otras seis pateras dejan 64 "IRREGULARES" en Calblanque y Cabo de Palos

La Verdad de Murcia, LA VERDAD, 2010-10-04

Inmigrantes argelinos son remolcados al puerto de Cartagena en la noche del sábado. :: ANTONIO GIL/ AGM

El goteo de pateras en el Levante español no se detiene. Entre la noche del sábado y la madrugada del domingo otras seis embarcaciones fueron interceptadas cuando trataban de alcanzar las costas de Calblanque y Cabo de Palos. 64 inmigrantes irregulares que viajaban a bordo fueron detenidos y ya se está tramitando su devolución a su Argelia natal. Murcia no es la única. Más de 300 inmigrantes han llegado a las costas españolas en los últimos días a bordo de una veintena de pateras que han recalado en aguas de Andalucía e, incluso, de Mallorca.

El Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE) fue el primero en dar la voz de alarma sobre las 21 horas de este sábado de que algo se estaba tramando en el mar. La primera patera fue interceptada a ocho millas del parque natural de Calblanque, con 11 inmigrantes a bordo. Posteriormente, hasta la medianoche otras cinco embarcaciones de escaso tamaño.

Las tres siguientes estaban situadas a 8, 9 y 6 millas al sur del cabo de Palos. La quinta y la sexta patera fueron halladas a 10 y 12 millas al sur de Calblanque, una con 12 y otra con 10 inmigrantes a bordo. A diferencia de las anteriores, estas dos últimas embarcaciones eran neumáticas, y no rígidas, como las cuatro anteriores. En total, 64 personas, todos en buen estado de salud. Entre ellos, había dos menores y una mujer.

Los inmigrantes fueron llevados al puerto cartagenero de Santa Lucía, donde fueron puestos a disposición de la Policía Nacional, que inició los trámites para su identificación. Luego se les trasladó al Centro de Internamiento de Extranjeros y se inició su expediente de devolución a Argelia.

Antes, un equipo de 26 personas, entre médicos, enfermeros, socorristas, mediadores y voluntarios de Cruz Roja, los atendió cuando desembarcaron.

A los 64 inmigrantes detenidos entre el sábado y el domingo, se suman otros seis ‘sin papeles’ localizados el viernes y 58 más que fueron interceptados entre la tarde y la noche del pasado jueves. El número total de inmigrantes argelinos que han tratado de llegar a las costas de Murcia en los últimos tres días asciende a 128, y el de pateras, a once.

En la jornada de ayer arribaron también a Almería dos pateras con 19 y 15 inmigrantes a bordo. Catorce inmigrantes han sido rescatados también en Ceuta.

La última operación fue desarrollada por la embarcación de salvamento ‘El Gadir’, que rescató una balsa neumática en la que viajaban 7 inmigrantes marroquíes, entre ellos tres menores, cuando transitaban por aguas del Estrecho de Gibraltar.

Las calles de la limosna


La Verdad de Murcia, RUBÉN MONTES, 2010-10-04

En la calle. Carlo pide limosna y a cambio ofrece su música a los transeúntes. :: R.M.

Con las manos temblorosas por el frío invernal que proviene del norte, Marko extiende el brazo derecho y agita un sombrero boca arriba en el que bailan unas monedas. Como él, otros mendigos repiten lo mismo todos los días hasta bien entrada la noche. Via dell’Indipendenza, via Galliera o el puente de via Stalingrado son algunos de los lugares donde se concentran los vagabundos que piden por las calles de Bolonia.

En 2009 la pobreza se incrementó en la ciudad alcanzando cifras récord. Los últimos datos confirman que alrededor de mil boloñeses viven por debajo el umbral de la pobreza, de los cuales más del 68% son hombres entre 35 y 55 años. En consecuencia, los centros de acogida y los servicios sociales de la localidad se han visto desbordados ante la incapacidad de atender la gran demanda.

Marko es bosnio, aunque desde hace unos años vive en Italia. Todavía no domina el idioma pero ha aprendido lo suficiente como para escribir en un cartón plastificado sin faltas de ortografía, que pide limosna porque pasa hambre y no tiene trabajo. «Con 65 años y nacionalidad extranjera es muy difícil conseguir un empleo», aseguró. Por ello se ve obligado a pedir desde las nueve de la mañana con el fin de lograr algo de calderilla para comer. Contó que la gente es solidaria con él pero que «con la crisis, en su sombrero hay menos dinero». Del bolsillo de su apretado abrigo saca un puñado de monedas, todas ellas céntimos, y muestra la recaudación del día, que apenas ronda los tres euros.

Sus días sentado sobre unos cartones en la entrada de la parroquia de San Benedetto son siempre iguales. Incansable, Marko persigue con la mirada a algún viandante que alargue el brazo y deje caer una limosna en su improvisado cepillo, mientras murmura en susurros una cantinela repetitiva y sacude el sombrero.

A unos doscientos metros de él, al final de la calle, se encuentra el banco donde Zakariya acostumbra a pasar las mañanas con otros vagabundos. Zakariya es marroquí y tiene 56 años, aunque su situación le echa encima veinte más. Hace más de dos décadas que dejó en Marruecos a su mujer y a su hijo para recorrer Italia en busca de trabajo. Milán, Roma, Bari, Nápoles… viajó durante años por las principales capitales italianas sin encontrar nada. Explicó que «el motivo principal por el que él y muchos otros vagabundos se ven obligados a pedir, es la falta de empleo».

Durante los meses del verano pasado se trasladó a España para trabajar en las huertas de El Ejido recogiendo calabacines y pimientos, pero al terminar la temporada regresó a Italia y probó suerte en Bolonia, donde a pesar de no tener trabajo, se siente mejor que en las otras ciudades por las que ha pasado. «Aquí por lo menos tengo un sitio donde comer y dormir», afirmó. Por las mañanas, desayuna un capuccino y un cruasán en el centro social de Cáritas y a mediodía se acerca para comer un poco de pan, queso y a veces verdura. Sin embargo, le gustaría regresar a su país con su familia, pero 3.500 kilómetros y un billete de autobús de 150 euros lo separan de los suyos.

La raíz del problema

En los últimos cinco años, la tasa de pobreza en Bolonia no ha dejado de crecer, por eso los centros sociales ligados a organizaciones humanitarias como Cáritas, Opera Padre Marella o Confraternità della Misericordia, trabajan sin descanso por acoger a los cientos de personas que se acercan pidiendo ayuda. Vincenzo Lagioia, responsable de la Opera Padre Marella, indicó que «la pobreza arraiga en Bolonia porque es un núcleo de paso de miles de personas, que enlaza las comunicaciones hacia el norte (Génova, Turín, Milán…) y hacia el sur (Florencia, Ancona…)». A lo que se añade el papel que juegan «los más de 38 kilómetros de pórticos que recubren las calles boloñesas y resguardan a los mendigos del frío y la lluvia».

Medidas

El aumento de la pobreza ha obligado al Ayuntamiento a tomar medidas, por lo que ha destinado casi dos millones de euros para luchar contra la crisis y fomentar el empleo. Pero según Vincenzo, las autoridades tratan el problema de manera superficial. «El Consistorio intenta poner una venda a una herida, pero no tiene la medicina que la cure», manifestó.

En relación al perfil de las personas que se acercan al centro Opera Padre Marella, Lagioia afirmó que «la totalidad son hombres mayores, tanto italianos como inmigrantes, de unos 50 y 60 años de edad, que necesitan ayuda». Además remarcó que «estos últimos suelen ser refugiados políticos procedentes de Irán o Afganistán que tienen algún problema con la justicia». Por su parte, la delegada de Cáritas Bologna, Maura Fabbri, añadió que «muchas personas llevan a sus espaldas alguna pérdida o un fracaso matrimonial, que suponen circunstancias complejas de tratar». Sin embargo, la cuestión se complica cuando estas organizaciones resultan insuficientes para responder a las necesidades de los más desfavorecidos. Es el caso de los dormitorios comunales, donde los 250 puestos que ofrecen los cinco centros públicos de la ciudad, permanecen ocupados y con una larga lista de espera.

Francesco Benetti está en esa lista. Es italiano, ravenés concretamente, y la pérdida de su trabajo junto con la soledad de no tener familia, lo han precipitado a vivir en la calle.

Italianos en la calle

La pobreza no sólo es una cuestión que afecte a los inmigrantes. Italia cerró el 2009 con más de ocho millones de italianos bajo el umbral de la pobreza, según los datos del Instituto de Estadística Italiano (Istat). De esos más de ocho millones de casos, uno es el de Francesco, que abandonó su trabajo de funcionario porque según dijo, «el ambiente laboral y la relación con su jefe se volvieron incómodos». Pero aclaró que aunque tiene los años suficientes como para pedir la jubilación, «si le ofreciesen trabajo lo aceptaría encantado», y que «todas las semanas se acerca a la oficina de empleo a leer las ofertas laborales, aunque no encuentre nada». Sólo me puedo duchar una vez por semana», agregó Francesco.

Benetti pasa las noches en los subterráneos de la estación de trenes, que se convierten en improvisados dormitorios donde resguardarse del frío. Relata que para poder dormir allí es necesario comprar un billete de tren de 3,80 euros. «Con lo poco que saco, a veces no me llega para pagar la comida y el billete», exclamó.

En invierno los revisores aceptan que él y la veintena de vagabundos que lo acompañan, ocupen parte de los pasillos con las mantas y los sacos de dormir, pero subrayó que «quiere salir de allí». Lo que más echa en falta es una higiene regular. «Sólo una vez a la semana me puedo duchar en el centro de Cáritas», sentenció. Así pues, los lunes a mediodía, él y alrededor de quince personas más, llegan hasta la sede de la organización para asearse y borrar las huellas que la calle graba en sus rostros.

Mientras Francesco espera que la situación dé un giro, su domicilio es el cruce de via Riva di Reno con via San Carlo, donde en contadas ocasiones recoge algún periódico de días pasados para distraerse y leer sobre ciclismo o Fórmula 1, sus grandes aficiones; y donde muchas otras, se limita en silencio a agachar la cabeza hacia la tapa de la caja de zapatos donde le echan las limosnas.